Tras dos veranos consecutivos siendo carne de traspaso, con su nombre en los mentideros azulgrana como una posible venta a la que siempre se opuso, Rafael Dias, Raphinha, vive ahora la cara amable del f?tbol. Sus n?meros - 24 goles y 15 asistencias -, tan impactantes como sorprendentes, y el liderazgo que imparte en el grupo, muy por encima del rango de un cuarto capit?n, le otorgan un vuelo en el que, a d?a de hoy, no se le adivina el techo. Alineado con tama?a evoluci?n, el Barça medita renovarle hasta 2029, dos a?os m?s de los que firm?. Desde luego, su rendimiento, determinante en las grandes citas - tres goles al Bayern y al Madrid -, lo merece.
No conozco a mucha gente que pueda defender no haber criticado a Raphinha. Yo lo hice. Reconozco que fui contundente, tal vez demasiado, y no tuve en cuenta que, en ocasiones, los contextos del juego pueden hallar espacios de éxito para jugadores que, en otro papel, parecen condenados a la mediocridad. Nadie vi? venir a este Raphinha. En su rol de extremo puro, encorsetado en la derecha, err?tico en el uno contra uno y deficiente en la toma de decisiones, anduvo lejos de ser un delantero nivel Barça.
La aparici?n de Lamine, para él, result? celestial. Le sac? de la banda y oblig?, tanto a Xavi como a Flick, a explorar otros terrenos. En un modelo m?s vertical, por dentro y con m?s libertad, sin exigencia posicional, m?s importante en la presi?n que en la elaboraci?n, atacando espacios, explotando la velocidad y pisando el ?rea para el pase o el tiro, Raphinha se sale. Me alegro por él y por el Barça, al que ha demostrado quererle. Se ha ganado el respeto de todos. Disfrutémosle. Pero no me hag?is hablar del Bal?n de Oro. A?n es pronto para eso.*
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